Que el post inmediatamente anterior a este sea el de fin de año de 2021 indica, aparte de que le echo poca cuenta al blog, que 2022 no ha sido malo para nada. Mi vida ha seguido evolucionando y en cierta manera demuestra que el título que le puse al blog no podía ser más acertado, porque cada paso que mi vida da es una fase más en las obras de construcción de la misma.
Quizá el problema es que lo que construyes por un lado envejece por otro y aunque en 2023 voy a cumplir 40 y tampoco es que eso me vaya a hacer de la tercera edad, si hay momentos en que parece que la frescura en algunas cosas se pierde… igual es la temida crisis de la mediana edad, pero espero poder sortearla convenientemente.
Lo que sí puedo asegurar es que si algo me ha traído 2022 es la certeza de que Walt Disney mentía, pero
no del todo. Que la vida no acaba en el mismo punto donde acababan sus películas o la serie Smiley, sino que sigue, y que como se trata de construír, hay que seguir con el pico y la pala y poniendo ladrillos. A veces para refugiarse de lo externo… a veces para poner límites en lo interno.
Y creo que me paro aquí porque me va a quedar un post demasiado críptico. Solo añadiré que doy gracias por todo lo que 2022 me ha traído, bueno y malo, y a recibir el 2023 con serenidad, con lo que tenga que venir, bueno y malo igualmente.
Con todo y con eso, a vosotros os deseo lo mejor en el año que entra.
¡Feliz 2023!